El encuentro de 1977 que cambió la vida por completo a José Vargas

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José -Grillo- Vargas durante su visita a Diario Libre el pasado jueves 6 de abril. (JUAN FRANCISCO)

Con poco más de 12 años, José -Grillo- Vargas escuchó una pregunta fundamental para su vida, tanto fue que gracias a esa interrogante, hoy es una celebridad.

“¿Qué tú quieres en la vida, qué te gustaría ser?”, fue la pregunta que escuchó de labios de Eduardo Gómez, un exjugador de baloncesto e inmortal del deporte.

“A mí me gustaría hablar muchos idiomas y viajar el mundo, porque los turistas me decían que es muy diferente allá en Italia, en Alemania, Estados Unidos a lo que es aquí”, le respondió Vargas.

Y es entonces, aunque llegó a tomar algunas prácticas, que es introducido al baloncesto. El resto es historia.

Gracias al baloncesto, Vargas ha viajado por varios países y se maneja con siete idiomas (español, inglés, italiano, alemán, francés, hebreo y portugués).

Pero también es padre de familia, seis hijos y un empresario. Todo vino a través del baloncesto y aquél encuentro con Gómez, alrededor de 1977. Eso fue salvador.

Fue Gómez, quien a solicitud de Carlos Morales, quien era funcionario de la Gulf & Western y luego vicepresidente de la República, narra Vargas en una visita que realizó a Diario Libre.

“Sí, pero no fui yo”

En el año mencionado la Gulf & Western realizó un campamento de baloncesto en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte y a solicitud de Morales se realizó en La Romana otro similar.

El profesor Arturo Morales, director de deportes de la G&W, entonces, le habló a Gómez de “El Grillo”, un niño algo, con manos y pies grandes.

Tardó “10 meses” ese encuentro, según señala Vargas. Y la razón fue por su abuelo. “Mi abuelo siempre me trató de mi hijo y me dijo: cuando te estén buscando intensamente no es para nada bueno, porque las cosas buenas vienen con trabajo”, dijo.

Luego vino el diálogo de su vida.

En una ocasión, “y voy a hacer hincapié en el plan divino”, Gómez dejó su carro y decidió caminar en La Romana. Entonces, en su trayecto vio al chico espigado que concordaba con la descripción ya dada.

“Y me dijo: ¿mira, tú eres el Grillo?

Y recordando la sugerencia de su abuelo, ya que no se crió con su padre, dio su respuesta: “Yo le dije: sí, pero no fui yo”.

Y sigue el diálogo:

-No fuiste tú qué. Mira yo soy Eduardo Gómez.

-Yo sé, ustedes me han estado buscando. No fui yo.

-Y Eduardo me dice: No te preocupes, te estoy buscando para ponerte a jugar baloncesto.

El empresario

Lo de los negocios viene de familia. Está dedicado a la producción de “biomasa” en Franca, Brasil, donde reside. Además también tiene ganado.

“Mi mamá fue empresaria, siempre se dedicó a los negocios”, así como tíos que tienen empresas en Guaymate.


“Como no podía dejar de serlo, me dediqué no solamente al baloncesto, pero también a los negocios”, dice. “Hoy trabajo con una empresa de generación de biomasa para generar energía eléctrica y la vendemos a las diferentes industrias allá enBrasil”.

Dos de sus hijos trabajan con él.  “Tengo la visión empresarial desde antes del baloncesto”, dice.

Premundial 1989

El diálogo con Vargas resultó fluido. El tema de la selección nacional no puede faltar. 

La pregunta giró sobre lo que le dio a la selección, pero él precisó lo contrario. “No le di nada a la selección del país”, dijo. “La selección del país me dio todo y yo siempre quise y quiero ser miembro de la selección de mi país”.

Pero hay un punto básico y ocurrió en el torneo Premundial de ese año.

Recuerda que el equipo comenzó con 4-0. Uno de los mejores inicios para el país en cualquier torneo internacional de ese nivel. 

La conducta de algunos jugadores, que se iban de paseo después de los partidos llevó al técnico de esa selección, Leandro de la Cruz a tomar una medida: dejar la llave en su poder.

“El profesor Leandro (de la Cruz) se dio cuenta que había jugadores saliendo y dijo, después del almuerzo todo el mundo deja la lleve, se quedan en el cuarto”, explica Vargas.

El tema ha sido discutido fuera de récord por otros exjugadores. “Hubo jugadores que dijeron que no iban a dejar la llave. Pero el profesor Leandro estaba intentando sanar una situación, que no era fácil”.

Es por eso la necesidad de que se le dé a los jugadores un espacio para divertirse, una vez termine el campeonato, sugiere Vargas.

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