La ciencia de las (buenas) ideas

Diego Golombek

Diego Golombek: «Como con la creatividad y las ideas, podemos también desmitificar la innovación repentina o fruto de un rapto inspirador. En la mayoría de los casos de trata de observar, agrupar, clasificar: juntar pedazos del mundo que están dispersos. La innovación muchas veces radica en ponerlos en el mismo lugar y encontrarle nuevas propiedades”

Hemos compartido, en el transcurso de este encuentro semanal que tenemos en la columna, muchas definiciones de innovación. Hoy les propongo esta: “Innovar es mirar con otros ojos, por ejemplo, científicos”. La idea es del doctor en biología y divulgador de ciencia Diego Golombek, que en su nuevo libro La ciencia de las (buenas) ideas (Siglo Veintiuno, 2022) nos lleva al momento del nacimiento de las ideas. Ideas que, asegura, no vienen de las musas o de la inspiración súbita, sino “de la maraña de neuronas y crianza, circuitos y experiencia que somo los seres humanos”.

En línea con el concepto que el autor despliega sobre creatividad y ciencia de las buenas ideas, lo mismo le cabe para desmitificar a la innovación. Esta requiere ojos curiosos, inconformistas, escrutadores, en resumen, científicos. “Como con la creatividad y las ideas, podemos también desmitificar la innovación repentina o fruto de un rapto inspirador. En la mayoría de los casos de trata de observar, agrupar, clasificar: juntar pedazos del mundo que están dispersos. La innovación muchas veces radica en ponerlos en el mismo lugar y encontrarle nuevas propiedades”, describe Golombek. Y recuerda un ejemplo emblema de esto: la valija con rueditas. Ruedas existen desde hace 5000 años, valijas se han rastreado hasta 1000 años a. de C. los baúles más antiguos y otros más medievales del 1000 d. de C.

Un gatillo para la felicidad

Sin embargo, la valija con ruedas surgió recién en 1970. Años más tarde, un piloto agregó un palo y se siguió innovando. Y palos existían hace miles de años también. Diego ejemplifica con otras ideas de esta innovación científica y asociativa como los cines que ya están poniendo pantallas en los baños para que no te pierdas nada si la gaseosa extra grande que compraste te obliga a salir unos minutos, mochilas con paraguas incorporados para no tener que cargarlos, o hasta paquetes de papas fritas de tubo que permiten comerlas quitando la base del tubo para no tener que meter la mano para alcanzarlas. (papas tipo chips, que se inventaron en 1853 en Saratoga juntando los conceptos de papas fritas y galletitas crocantes)

Aunque el autor advierte que no es un libro de innovación, sino de ciencia de las ideas, Diego nos entrega un manual divertido y llano de evidencias para fomentar la creatividad y el pensamiento disruptivo y nos invita, con una frase de Marcel Proust, a recordar que en lo cotidiano y aparentemente conocido puede estar la novedad: “La travesía real del descubrimiento no consiste en buscar paisajes nuevos sino en mirar con ojos nuevos”.

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