Lunin: entre dos decisiones

Ha sido tal la dictadura de Courtois, que el Madrid se ha pasado varios años sin saber a ciencia cierta si tenía portero suplente. Pero la duda, al filo de lo perpetuo, quedó resuelta: sí, lo tiene… Y de quilates. Lunin aguardó su oportunidad trabajando en silencio y cuando la recibió, demostró tener tablas. El último capítulo fue en el Nuevo Mirandilla, donde se convirtió en la peor pesadilla de un Cádiz protagonista de tramos asedio. Ancelotti anunció en la rueda de prensa que, al igual que en el derbi, repetiría titularidad. Y su confianza fue tal que directamente dejó a Courtois en Madrid, llevándose al ucraniano, a Fuidias (habitual titular del Castilla) y Diego Piñeiro (juvenil A).

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En su segunda participación liguera esta temporada dejó unos números brillantes. El Cádiz le puso a prueba hasta siete veces: un gol, cuatro balones despejados y dos, blocados. Y el tanto fue de todo menos su culpa, pues el derechazo de Sobrino tocó en la espalda de Militao, dibujando una parábola diábola que golpeó en el larguero y entró con suspense. Totalmente imparable. Su rostro reflejó impotencia, pues precisamente la tarea que le sigue quedando pendiente es dejar una portería a cero: ha encajado en el 100% de los partidos que ha disputado con el Madrid. Esta vez volvió a hacer todo lo posible, pero no le sonrió la suerte.

Sí en el penalti detenido a Negredo, donde acertó lanzándose a su izquierda y metiendo una mano dificilísima para detener el misil por bajo. Un paradón que dejó helado al Nuevo Mirandilla, a Negredo y al propio Sergio González, que se mostró incrédulo en zona mixta: «Es el primer penalti que nos pitan en toda la temporada y si no lo metemos…». Cometió sólo una falta, precisamente la pena máxima que luego enmendó. Con los pies también demostró ser un portero notable: tuvo un 74% de acierto, una cifra muy alta teniendo en cuenta que los saques de puerta en largo muchas veces no se ganan y eso le penaliza. Sólo se quitó el balón de encima una vez, intentando salir jugando en todas las demás ocasiones.

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Lunin detiene el penalti a Negredo que habría supuesto el 2-1.
Álvaro Rivero (Diario AS)

Desde el vestuario se aplaude públicamente su profesionalidad y rendimiento. Nacho, al ser preguntado a pie de campo, fue rotundo: «Ha hecho un partidazo, con paradas decisivas como el penalti. Para haber jugado tan poco, ha hecho un gran partido«. También se sumó su compañero en el pulso por la titularidad, Courtois, que al estar en Madrid descansando, tiró de sus propias redes sociales para mandarle un mensaje: «¡Gran partido, Lunin!». El ucraniano es consciente de que el nivel de Thiabut a día de hoy es incontestable, pero acata su rol de relevo con pericia. Nunca ha puesto una mala cara, nunca ha dicho una mala palabra. Y eso de puertas para adentro se aplaude.

1.416 días esperando

El 22 de junio de 2018 el Real Madrid hizo oficial su fichaje procedente del Zorya, un traspaso con un coste cercano a los nueve millones de euros. Y hasta el 8 de mayo de 2022, día del derbi en el Metropolitano, no recibió la oportunidad de debutar en Liga de blanco. 1.416 días y tres cesiones después. En 2018, tras la salida de Kiko Casilla, aterrizó en Madrid junto a Courtois y el club decidió prestarlo al Leganés, donde pese a ser suplente de Cuéllar, llegó a jugar cinco partidos de Liga; uno, en el Metropolitano (derrota por 1-0).

La temporada siguiente, 2019-20, salió cedido al Valladolid, una cesión cancelada de manera precipitada ante la falta de minutos y oportunidades. No llegó a disputar ni un minuto de Liga con el Pucela, limitándose a los dos cruces de Copa (Tolosa y Marbella). Así que el Madrid lo reenvió a Oviedo, donde se hizo titularísimo, jugando todos los partidos desde la jornada 23. La temporada pasada regresó al Madrid y desde entonces, se ha asentado como segundo guardián. En el derbi debutó en Liga y en Cádiz, repitió.

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Lunin, durante el partido en el Nuevo Mirandilla (1-1).
AFP7 vía Europa Press

Sin porterías a cero

Porque como se ha señalado, esa sigue siendo su tarea pendiente. En estos cuatro años sólo ha disputado tres de Copa -de los cuales dos fueron en Alcoy- y los dos recientes de Liga. La primera vez vio como caían eliminados a las primeras de cambio en la prórroga (2-1); la segunda, ya esta temporada, vivió la vendetta (1-3); y en la siguiente ronda, una eliminatoria taquicárdica en Elche (1-2). En todos ellos encajó. Y después, tanto en el Metropolitano (1-0) como en la Tacita (1-1), más de la misma amargura. Ha disputado 510 minutos con el Real Madrid y ha encajado seis goles (uno cada 85′). A expensas de quitarse esa espinita, al menos de momento ya ha escapado del ostracismo. Lunin ha jugado y ha demostrado que vale. Que si Courtois algún día se constipa, hay portero.

Un dilema de futuro

Pero tras sus recientes apariciones, se le ha abierto una disyuntiva. Acaba contrato en 2024 y debe decidir qué quiere hacer con su carrera. Una opción sería quedarse en el Madrid, donde salvo giro mayúsculo de los acontecimientos sería suplente; se pasaría la vida en un banquillo, jugando algunos partidos de Copa y a cuentagotas, otros de Liga. El plan alternativo sería salir del conjunto blanco y seguir su trayectoria en algún lado donde pueda ser titular. De escoger este camino, los plazos se acortarían, pues el club debería buscarle un traspaso en 2023, un año antes de que salga gratis. Lunin debe decidir.

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