La Europa League de Borré
Rafael Santos Borré Maury, natural de Barranquilla (Colombia) es el héroe latino de la segunda Europa League en la historia del Eintracht. Primero, Borré empató un partido que había comenzado ganando el Rangers y después el propio jugador cafetero mandó a la escuadra en la tanda el penalti decisivo que proclama campeón al equipo alemán 42 años después de su primer título europeo, la UEFA de 1980. Habían arrasado los escoceses (también en comportamiento, todo hay que decirlo) por las calles de Sevilla pero le pusieron fútbol, casta y coraje los alemanes en el escenario donde priman precisamente esas virtudes, el Ramón Sánchez-Pizjuán. Un estadio, una ciudad, pintada también de blanco Eintracht ya para siempre. Todo, bajo un calor extremo de Sevilla, más propio de julio que de estas fechas, donde se cocinó una final con todos sus avíos, prórroga y hasta penaltis. Qué mejor homenaje a los seis paragüeros que lucen brillantes ese paraíso del #nuncaterindas.
«This fire is out of control, I’m gonna burn this city». (Este fuego está fuera de control, voy a quemar esta ciudad). Suenan Franz Ferdinand, escoceses de Glasgow, en el Sánchez-Pizjuán mientras una inmensa mayoría del Rangers se apodera de las gradas de Nervión igual que ha gobernado durante los últimos días una Sevilla donde el cielo se confundía con sus calles, nunca éste que escribe vio tal aglomeración de aficionados foráneos. Fueron más de 100.000 escoceses de viaje, 25.000 de ellos en el estadio. Y unos 15.000 alemanes, desapercibidos casi todo el tiempo en la ciudad pero relucientes en el Gol Sur. Compactos, sonoros, convencidos. Con un ruido constante que equilibra las fuerzas. Eintracht, al fin y al cabo, significa ‘Unidad’ en el idioma de las walkirias.
Había habido algún altercado entre la aficiones durante el día que sofocó la Policía, pecata minuta cuando 150.000 personas, muchas de ellas ebrias, se unen en el mismo lugar. Eran el césped y el buen ambiente reinante casi toda la jornada los que merecían abrir las portadas. Paso al fútbol de dos instituciones vetustas, de pelotazo antiguo: así, con un balón en largo, saca de centro el Eintracht a pesar de su merecida fama de gusto por el tiqui-taca. Hay tensión, se notan los años de sequía europea en uno y otro equipo: 50 en el Rangers (Recopa 1972), 42 para el equipo alemán. El Eintracht traiciona sus principios, incapaz salvo en los primeros cinco minutos de lanzarse a esa presión ultraagresiva que sorprendió entre otros al Barça, y al Betis. De las excesivas revoluciones llega la primera jugada reseñable del partido, nada que ver con algun síntoma de gol: Lundstram raspa con sus tacos la cabeza de Rode y al pivote germano hay que vendarle la cabeza de manera desmesurada, tipo rugby. Cuatro minutos al limbo.
Amanece una buena jugada de Knauff, ese lateral interminable sólo-Dios-sabe-por-qué-el Borussia-Dortmund-lo cedió-en-Frankfurt, que el veterano (40 años) McGregor resuelve con gran estirada. Responde Aribo con un buen disparo que pasa cerca del palo derecho de Trapp. Pero esto es Sevilla y aquí hay que beber (agua). Pasan pocas cosas en ataque, casi nada, hasta que el esloveno Vincic decreta el cooling break, a los 26 minutos. Hay 31 grados sobre el Guadalquivir. Más calor que el vigilante de las Pirámides, sí, algo que augura cosas buenas para el espectador neutral: exhaustos los dos equipos, el partido se romperá más pronto que tarde.
¿Pero cuándo es tarde en Sevilla? Nunca. Para cenar. Para vivir. Para marcar. Sow se equivoca en un despeje atrás, Tuta (que además se lesiona en la jugada) se tropieza y el londinense pero internacional por Nigeria Aribo recibe en el área para definir al palo corto con su pierna buena, la zurda. Trapp cae, más que se tira, y la parte de atrás de esa portería, la escocesa, explota de júbilo (0-1, 57′).
El japonés Kamada (ojo, Luis Enrique, para el Mundial) ha avisado con un vaselina demasiado alta pero Kostic, al que Tavernier ha sujetado en sus arrancadas, lanza un preciso centro desde la izquierda para que el colombiano Borré, exVillarreal, defina en el cajón del 9 ante el pasotismo de los centrales escoceses (1-1, 69′).
Con poco fuelle en las piernas se llega a la prórroga y con menos aún se juega un tiempo extra en el que Borré madruga a otro jugador de origen nigeriano, Bassey, en el único despiste de un buen defensa al que seguro Monchi ha apuntado en la agenda. El propio Bassey sutura la jugada para que Davis dé la réplica en un tiro desde la frontal que tapona la defensa germana. No queda mucho más o bueno, sí: queda tela de Trapp, con un paradón a bocajarro a Kent (ex Liverpool, el mejor del Rangers en Sevilla) y otra buena intervención a una falta directa de Tavernier justo antes de llegar a la teimida tanda. El propio Trapp le para un penalti al galés Ramsey para que luego decida un cafetero, Borré.