Santana, el genio en diez voleas

El niño de la guerra y Franco

Manolo Santana nació un 10 de mayo de 1938. Fue un hijo de la Guerra Civil. Un niño de la posguerra. “Mi madre me contó que un día caminando conmigo en brazos cayó un obús a un par de metros de nosotros y no explotó. Fue el inicio de ese tipo con suerte”, recordaba. Su padre, republicano, trabajaba en la compañía de transportes y por su afiliación sindical pasó seis años en la cárcel. A los dos años de salir, se lo llevó una grave enfermedad. Y su madre tuvo que criar a cuatro hijos. “Un día mi hermano, que era recogepelotas, enfermó y ella me animó a sustituirlo. Con una madera arrancada del respaldo de una silla fabriqué una especie de pala con la que iba al frontón a dar pelotazos”. Esos fueron sus inicios.

Después, la familia Romero Girón se encaprichó de Manolito, lo ‘adoptó’ en su casa y en el Club Velázquez y le abrió la puerta de lo que entonces era un deporte “de pijos” (definición suya). Triunfó. Tras ganar Wimbledon en 1966, Franco le llamó a El Pardo para que jugase un partido contra Lis Arilla. Después, el Caudillo se medio disculpó con él. «Me dijo que en las guerras a veces pagaban justos por pecadores, y que quizá ese hubiera sido el caso de mi padre. Me dejó sorprendido. Nunca llegué a decírselo a mi madre, por no resucitarle recuerdos dolorosos. Ella, además, nunca sacó el tema, no quiso que viviéramos con rencor por lo sucedido», contó. Siempre vivió sin resquemor. Siempre se adaptó a lo que vino.

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