La España de Carla Suárez
La vieja Copa Federación está de estreno. Con nuevo formato: doce equipos lucharán desde hoy hasta el sábado en una sede única, en Praga. Y con nuevo nombre: la Copa Billie Jean King, en honor a la mítica campeona que transcendió por encima del tenis. España sale entre las aspirantes al título. Hace una semana, incluso, hubiéramos escrito que era una de las grandes favoritas, pero las renuncias de Garbiñe Muguruza y Paula Badosa han dejado el grupo bastante mermado. Ambas han optado por priorizar su participación en las WTA Finals, del 10 al 17 de noviembre en Guadalajara (México). La cercanía de las fechas, la lejanía de las sedes, las diferentes condiciones de temperatura, de altitud… Estos factores, unidos a la dureza de la temporada y a ciertas secuelas físicas, han decantado la balanza en favor de los intereses deportivos individuales, que también hay que respetar. No han sido las únicas. Tampoco comparecerán Aryna Sabalenka y Karolina Pliskova. La otra cara de la moneda es Barbora Krejcikova, que se ha atrevido con ambas citas. Ojalá le salga bien.
No es una situación nueva en el tenis. Así que tiene que ser el tenis el que solucione este añejo problema, que ni siquiera se ha amortiguado con los cambios de modelos. Ni la Davis, ni los Juegos Olímpicos, ni esta BJK Cup están en la agenda preferente de los tenistas. Deportistas individuales. Salvo sorpresa mayúscula, que ojalá se produzca, el aficionado español se quedará con las ganas de reverdecer los laureles de los tiempos de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, que sumaron cinco títulos. Arantxa, de hecho, ostenta aún los récords de partidos jugados y ganados. En cualquier caso, hay que animar y aplaudir a la Selección, que está formada por quienes sí han querido jugar. Y dentro de ella, en especial a Carla Suárez, que, ahora sí, disputa su último torneo. Gracias, Carla.