La obsesión del nueve de Abramovich: 571 millones

El Chelsea ha apalabrado el fichaje de Lukaku. Intentó el de Haaland, pero el Borussia no dio su brazo a torcer y Abramovich dio orden de no esperar más. Tuchel quería un ariete y, con la Champions como logro, se ha ganado el caramelo. Se cerrará por 115 millones, una cifra que podría echar para atrás casi a cualquiera. Pero Roman y Marina Granovskaia no se amilanan, no suelen hacerlo, y le darán a su técnico más madera. Otro verano más para Roman y otro nueve más. 

Durante el último mercado estival no faltó a su cita con un nueve. Fichó a Timo Werner, invirtiendo algo más de 55 millones fijos. Y el alemán no ha terminado de convencer. Errático de cara a portería, el propio Werner ha reconocido que se esperaba más de él en este primer curso. El Chelsea ha ganado la Champions, pero quiere volver a dominar en Europa y en Inglaterra. El club identifica la posición de nueve como prioritaria, una vez más. Desde que llegó Abramovich a la propiedad, el Chelsea ha acudido de forma recurrente al mercado para fichar a los mejores nueves del mundo. Sin embargo, a pesar de que esos jugadores llegaban con gran prestigio, muchos de ellos terminaron siendo un fiasco o no dando el resultado deseado.

Escudo/Bandera Chelsea

Antes que Werner, Higuaín había llegado cedido de la Juventus para únicamente marcar cinco goles, aunque levantó la Europa League a las órdenes de Sarri. El Pipita, en unos meses, no demostró los números que le habían avalado en Italia. Giroud había sido el anterior fichaje en la posición. El francés acaba de marcharse al Milan. Su coste en 2018 fue de 20,9 millones de euros y, con altibajos, ha sido un jugador útil para todos los entrenadores.

Menos eficiente fue Morata y más costoso. Llegó a cambio de casi 70 millones y fue de más a menos. Sarri decidió mandarlo al Atlético y, al menos, se recuperó la inversión. Antes, en 2016, el Chelsea había firmado a un joven Batshuayi. 38,2 millones lo hicieron posible y es otro que nunca ha llegado a triunfar de forma clara. Como tampoco fue así con las cesiones de Pato (2016) y Falcao (2015). La carrera del prometedor brasileño se desplomó y como blue apenas jugó un par de partidos. Antes, Abramovich acudió que todavía desprendía el Falcao que había maravillado en el Atlético. Llegaba cedido del Mónaco y ya había tenido una mala experiencia en la Premier con el United. Las lesiones le volvieron a atormentar y solamente marcó un gol en 12 partidos con el Chelsea.

En 2014 y el Chelsea se fue a por Loic Remy por algo más de 12 millones de euros. No se convirtió en titular, pero sí hizo algunos goles importantes por el título. Una lesión de rodilla frenó su progresión. Diego Costa había llegado antes que él, en 2014 (37,7 millones). El jugador procedente del Atlético dejó su huella en el campo con 20 goles para levantar la Premier. Amado por los hinchas del Chelsea y odiado por los rivales. Fue un acierto, a pesar de su manera de salir después del encontronazo con Conte. También dejó su impronta otro clásico de LaLiga como Eto’o. Atraído por el nombre y por sus glorias pasadas, Abramovich dio el OK para traer al camerunés, que ya había iniciado un viaje por ligas menores. En 2013 aterrizó desde Rusia, donde jugaba en el Anzhi por 2,3 millones. En enero de ese año el Chelsea firmó también a Demba Ba por 8,2 millones. Llegaba después de haber brillado en el Newcastle y, si bien no fue titular indiscutible, dejó varios goles importantes en la Champions y en la Premier.

Lukaku, comprado por 14, vendido por 33 y recomprado por 115.

Curioso el caso anterior. En 2011 el Chelsea firmó a un jovencísimo Romelu Lukaku. Sí, el mismo. Algo más de 14 millones de euros pagados al Anderlecht por una promesa. En el Chelsea, sin sitio, dejó buenas prestaciones en las cesiones en el West Brom y en el Everton. Al final el Chelsea decidió hacer caja con él y lo vendió al Everton en 2014 por 33 millones.

Más caro le había salido al Chelsea Fernando Torres. El español protagonizó un seísmo en enero de 2011. 58,9 millones de euros era la cifra pagada al Liverpool por su pase. Torres buscaba más títulos, el Chelsea más rentabilidad arriba. Torres tardó más de la cuenta en anotar su primer gol como blue. Al final hizo 45, incluido aquel en la semifinal de la Champions al Barcelona en 2012 y el que le dio la Europa League un año después.

Antes, en 2009 el Chelsea había pescado en el City para firmar a un prometedor Sturridge a cambio de 4,1 millones de euros. 24 goles en 96 partidos, una cesión en el Bolton y un racimo de lesiones fue su ciclo. En Liverpool lo hizo algo mejor. Precisamente del Bolton había llegado otro nombre ilustre al ataque del Chelsea. 17,6 millones tuvieron la culpa de que Anelka, el gran Nico, se enfundara la elástica azul. Fue otro fichaje de enero, en el Bolton venía goleando con cierta asiduidad parecía el de sus orígenes y, ciertamente, en el Chelsea no se le dio mal. 59 goles en 184 encuentros y un gran doblete de liga y copa con Ancelotti. El Chelsea guarda un buen recuerdo de Anelka.

No tanto de Pizarro, que fue su anterior inquilino en el puesto. Llegó libre del Bayern en 2007, pero el peruano no cuajó. Fue un capricho de Mou. Un año y se marchó al Bremen. El sudamericano no estuvo a la altura, por ejemplo, de Salomón Kalou. El marfileño no era Drogba, pero siempre fue útil. Llegó por 10,6 millones del Feyenoord y fue un jugador rentable durante 6 campañas en las que se ganaron la Champions y la Premier, entre otros títulos.

No tuvo tanta suerte Shevchenko en Stamford Bridge. El deseado Sheva, el gran reclamo para Abramovich, protagonizó un traspaso de 35 millones desde el Milan en 2006, pero no vivió sus mejores días. El propio Roman había llevado a cabo las conversaciones. Su mejor recuerdo es un gol al Tottenham en la FA Cup, pero decepción grande.

En la misma línea de lo que había sido Mateja Kezman. El serbio fue el primer fichaje de la era Mourinho por 6,2 millones. Kezman estaba en el mejor momento de su carrera, pero no lo pudo demostrar en el Chelsea. Una temporada y fuera. Era muy complicado competir con Drogba. El marfileño es un icono de Stamford Bridge, no solamente por la Champions que le dio al club. Marcó el espíritu y el orgullo del club durante tiempo. Fue comprado al Marsella por 28,3 millones y dio un rendimiento excepcional. Para muchos la mayor obra maestra de todo este ciclo. 157 goles en 341 partidos, incluido el del empate en la final de la Champions al Bayern en 2012. Después, hizo el tanto decisivo en la tanda de penaltis.

Mutu y Crespo fueron sus precedentes en 2003. El rumano llegó del Parma por 17,6 millones de euros y el argentino, del Inter por 19,8. Ambos encabezaron la reestructuración de la plantilla que Abramovich generó a su llegada al Chelsea con una inversión iniciar de más de 176 millones de euros. Crespo fue de más a menos. Hizo 12 goles en su primer año y fue parte del título de liga en la campaña 2005-06. Mutu también venía avalado por su paso por Italia. Tuvo un inicio espectacular en el Chelsea, pero todo se acabó cuando un positivo por cocaína le llevó incluso a un litigio en los tribunales con el club por incumplimiento de contrato. El montante en 18 años de propiedad de Abramovich se va a 571,4 millones de euros solamente en delanteros centro.

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