Djokovic contra Nadal, el partido infinito

El Djokovic-Nadal es el Clásico del tenis, el partido más repetido de siempre: un total de 58 duelos desde que arrancó la rivalidad en 2006, con un balance ligeramente favorable para el serbio, por 30-28. A pesar de la tradición, hace casi un año que no se ven las caras dentro de una pista. Aquel choque, de doloroso desenlace para Rafa, se disputó en semifinales de Roland Garros, con victoria de Nole. El actual número uno del mundo ha sido el único que ha conseguido ganar dos veces al español en la tierra de París. De hecho, ha sido casi el único que le ha batido en este escenario, además del lejano Robin Soderling en 2009. El cara a cara sobre polvo de ladrillo es todavía rotundamente favorable a Nadal, 19-8, pero el resultado es engañoso, porque los primeros nueve partidos los encadenó victoriosamente el español, y porque en los diez últimos la cosa va bastante más pareja, 6-4. Si bien la historia sonríe a Rafa con nitidez, los precedentes más cercanos estrechan la igualdad. Con Novak Djokovic y Rafa Nadal en el mismo recinto, cualquier cosa puede pasar.

La pelea llega en cuartos, demasiado pronto, por caprichos del sorteo. En otras etapas de sus carreras, cuando vivían asentados en el top-3 de la ATP, era más usual que se enfrentaran en la lucha por el título o en semifinales, pero las lesiones del español y el empuje de otros tenistas han removido el escalafón. Ambos llegan a la cita con diferentes sensaciones. Mientras Djokovic no ha cedido todavía ningún set, Nadal ha sufrido para doblegar en cinco mangas a Felix Auger-Aliassime. No es habitual ver al balear tener que exprimirse tanto en este Grand Slam, donde normalmente ha avanzado con pocos tropiezos y sin muchos esfuerzos. Los tiempos cambian. Nadal tiene 35 años. Auger, 21. Pero lo que sigue sin cambiar es el Clásico del tenis: Djokovic contra Nadal. Un partido infinito. Dos jugadores eternos.

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