Lo que Estados Unidos debe aprender de los países que han reducido las muertes por armas de fuego
La violencia armada en Estados Unidos es alarmante. La muerte de al menos 21 personas en el tiroteo perpetrado el martes por Salvador Ramos en un colegio de Uvalde, Texas, es un triste recordatorio de una epidemia que azota a una de las naciones más prósperas del planeta.
Un informe del Center for Gun Violence Solutions publicado hace unas semanas por la Universidad Johns Hopkins advertía que en Estados Unidos murieron un promedio de 124 personas diarias en 2020 por causa de la violencia armada.
Según las cifras del Gun Violence Archive, 17.196 personas murieron en lo que va del 2022 en algún incidente en el que se usó una arma de fuego. De ellos, 7.626 casos fueron declarados homicidios premeditados o accidentales, mientras 9.570 personas fueron clasificados como suicidios.
Investigadores aseguran que el motivo detrás de estas cifras alarmantes es la facilidad con la que un estadounidense común tiene acceso a un rifle o una pistola de manera legal, amparado por el derecho constitucional a andar armado en la calle.
Cuatro de cada diez adultos estadounidenses aseguran vivir en un hogar donde existe un arma. Además del 30% que dice tener una personalmente, según un informe el Pew Research Center realizado en junio de 2021.
Los datos federales sugieren que las ventas de armas han aumentado en los últimos años, particularmente durante la pandemia de coronavirus. En 2020, la cantidad de verificaciones de antecedentes federales mensuales para la compra de armas fue cal menos un 20 % más alta que en el mismo mes de 2019, según el Sistema Nacional de Verificación de Antecedentes Penales Instantáneos del FBI.
Los datos del Pew Research Center mostraron que las actitudes sobre la violencia armada difieren ampliamente según la raza, el origen étnico, el partido y el tipo de comunidad. Alrededor de ocho de cada diez adultos negros (82%) dicen que la violencia armada es un gran problema. Mientras que sólo seis de cada diez adultos hispanos (58 %) y el 39 % de los adultos blancos consideran que la violencia armada como un problema social.
Estados Unidos tiene con un total estimado de 393,4 millones de armas, más que el total de sus 326 millones de habitantes. Eso significa que hay 120,5 armas por cada 100 personas. Ningún otro país en el mundo tiene una relación similar de armas de fuego por habitantes.
Canadá, Suiza y Finlandia tienen una tasa de 34,7; 27,6 y 32,4 armas por cada 100 personas, respectivamente. México es el quinto país de más de un millón de personas con más armas (12,9) cada cien habitantes de América Latina y el Caribe, por detrás de Uruguay (34,7) y Venezuela (18,5).
Un estudio que comparó las tasas de muertes violentas entre Estados Unidos y 22 países desarrollados encontró que el país norteamericano posee el 82 por ciento de todas las muertes por pistolas, aunque no suma la mitad del total de la población estudiada. Otro dato revelador es que el 90 por ciento de todas las mujeres que murieron por armas de fuego en Estados Unidos fueron asesinadas, así como el 91 por ciento de los niños.
¿Qué podría aprender Estados Unidos de otras naciones industrializadas que han reducido o eliminado las muertes violentas?
Prevención, cambios culturales y leyes más estrictas en la venta y control de las armas parecieran ser las claves de algunos países con bajas tasas de mortalidad por armas de fuego.
Japón
Las cifras hablan por sí solas. Japón suma un máximo de 17 muertes relacionadas con armas letales entre una población de 127 millones de habitantes.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la legislación japonesa prohibió a los civiles poseer armas de fuego o espadas. Y aunque el gobierno flexibilizó esas medidas, los controles para obtener un permiso de armas es férreo, incluye asistir a clases, pasar un examen escrito y lograr una puntería casi perfecta en el examen práctico. Adicionalmente hay que someterse a una prueba de salud mental y pasar una detallada revisión de los antecedentes penales.
Australia
La aprobación de legislaciones más restrictivas sobre el uso de armamentos ha coincidido con la reducción de la tasa de homicidios en Australia, que ha tenido un repunte desde el inicio de la pandemia tras llegar a sus niveles mínimos en 25 años.
Según un informe publicado por el gobierno australiano, pasaron de 1,6 homicidios cada 100.000 habitantes en 1995-1996 a 1 muerte violenta por cada 100.000 habitantes en 2014. El número de muertes por heridas de bala bajó en un 63 por ciento desde 1990.
Australia aprobó el Acuerdo Nacional sobre Armas de Fuego luego de que un hombre de 28 años mató a 35 personas e hirió a 18 con un rifle semiautomático en 1996. La medida prohibió el uso de ciertos armamentos e impuso leyes más estrictas para obtener los permisos de porte de armas.
También puso en marcha un programa que permitió que 640.000 civiles vendieran sus armas al gobierno, mientras que unos 60.000 entregaron voluntariamente armas prohibidas sin castigo.
Gran Bretaña
La masacre de Dunblane, en la que un hombre de 43 años descargó su arsenal contra una maestra y 16 niños en 1996 causó tal dolor colectivo que impulsó una campaña para vetar el uso de armas en suelo británico.
Aunque las medidas fueron tomadas de manera paulatina luego de fuertes debates públicos, en la actualidad existe una prohibición total de las armas de fuego en Gran Bretaña, excepto las catalogadas para uso deportivo.
Otro de los correctivos fue entregar compensaciones económicas a los ciudadanos que entregaran sus armas, lo que culminó con la destrucción de 162.000 pistolas y 700 toneladas de municiones. Como resultado en un país de 56 millones de habitantes se registran unas 60 muertes relacionadas con armas al año.
Derechos vitales
Las imágenes de los niños aterrorizados escapando de tiroteos masivos de sus escuelas se ha vuelto un episodio común en Estados Unidos. Los nombres de Columbine, Sandy Hook, Parkland y ahora Uvalde se han convertido en sinónimo de dolor y muerte.
Pero los estadounidenses están divididos sobre la necesidad de restringir la posesión legal de armas para reducir el número de tiroteos masivos. La opinión pública se alborota luego de matanzas de niños inocentes como la de Uvalde y debate sobre la pertinencia de modificar la legislación sobre armas de fuego.
Los estadounidenses están divididos sobre si los cambios legales conducirían a menos tiroteos masivos, según una encuesta realizada en primavera de 2021 por el Pew Research Center. Aproximadamente la mitad de los adultos (49 %) dice que habría menos tiroteos masivos si fuera más difícil para las personas obtener armas legalmente, mientras que la misma cantidad dice que esto no cambiaría nada (42 %) o que habría más tiroteos masivos ( 9%).
El público está aún más dividido sobre los efectos de la posesión de armas en el crimen en general. Alrededor de un tercio (34%) dice que si más personas tuvieran armas, habría más delincuencia. El mismo porcentaje (34%) dice que no habría diferencia en el crimen, mientras que el 31% dice que habría menos crimen.
Los debates ciudadanos en Australia y Gran Bretaña resolvieron dar prioridad al derecho a la vida y limitar el derecho de portar armas de fuego. En Estados Unidos, esa discusión está lejos de terminar.