La ‘broma del pato Donald’ arruinó su amistad y se convirtió en pesadilla
Así han bautizado los medios italianos, ‘scherzo di Paperino’ (‘broma del Pato Donald’), al detonante de lo ocurrido a un hombre que lleva nueve años sumergido en una pesadilla que no parece acabar nunca por una broma que le gastó a un amigo. Casi una década después, ha perdido la amistad, ha sido investigado en dos ocasiones, juzgado en tres y firmado dos acuerdos de culpabilidad, como resume Il Corriere della Sera, que ha recuperado su caso esta semana.
El calvario judicial de Fabrizio B., de 46 años y residente en Cremona, comenzó en 2013 por una broma a su entonces amigo, Stefano F. Esta consistió en llamar a la editorial De Agostini y suscribir a Stefano al cómic Disney 313, un tebeo con entregas regulares que tiene como protagonistas al Pato Donald, sus tres sobrinos y su coche, el 313. Cuando le llegaron los primeros número al suscrito junto con el aviso de pago, este denunció lo ocurrido. Desconocedor de que detrás del asunto se encontraba su amigo haciéndole una broma, pensó que se trataba de algún tipo de estafa.
Hecha la denuncia, a los investigadores no les costó dar con Fabrizio, que había hecho la llamada para la suscripción con su propio teléfono. Cuando supo quién estaba detrás, el objetivo de la broma se enfadó y no dio marcha atrás en la denuncia. Ambos llegaron a un acuerdo y el ya examigo pagó 1.000 euros al afectado en concepto de costas legales y por las molestias causadas. Pero la cosa no acabó ahí.
A Fabrizio le llegó una citación para comparecer acusado de usurpación de identidad. Como no tenía dinero para pagarse un abogado de su bolsillo, solicitó uno de oficio. Para ello rellenó un formulario, le asignaron uno y fue condenado a tres meses de prisión, cuyo cumplimiento suspendieron. La historia sigue.
En el certificado que rellenó para poder recibir asistencia legal gratuita no incluyó uno de sus tres trabajos y cuando la Guardia di Finanza lo descubrió fue denunciado de nuevo por falsificación. De haber puesto este tercer trabajo no le habría correspondido la asistencia legal gratuita. De nuevo a juicio y 10 meses de condena y condicional con la defensa de Santo Maugeri.
El problema es que el condenado no podía disfrutar de la libertad condicional porque ya lo había hecho en la sentencia anterior, la de tres meses, así que el Tribunal de Apelación de Brescia apeló ante el Tribunal Supremo. En Roma dieron la razón a Brescia, el caso volvió a Cremona y su abogado quiere negociar que los 10 meses se conviertan en servicios comunitarios.
En declaraciones recogidas por Il Corriere, Stefano ha lamentado que “durante nueve años no he descansado. Y todo por una broma inofensiva”. Ha pedido perdón y no entiende por qué su antes amigo siguió adelante. Su abogado ha explicado al mismo medio que su defendido “podría trabajar en parques públicos o en el mantenimiento de carreteras, con la esperanza de que no se encuentre con un 313. Bromas aparte, mi cliente está sin palabras…”.