Del hundimiento al Maracanazo

Peor imposible. Así, sin atenuantes. En la primera curva se terminó el GP de Emilia Romaña para Sainz y Alonso, por ese orden. El de Ferrari perdió dos puestos en la arrancada, igual que su compañero de equipo, le superaron los dos McLaren y se llevó una colleja de Ricciardo en Tamburello que mandó a ambos a la grava, con el F1-75 atrapado sobre la puzolana de la misma y cruel manera que en Melbourne. Ni dos curvas. En cuanto a Fernando, un fuerte toque con Mick mientras ambos esquivaban el estropicio de Ricciardo dañó seriamente los pontones del Alpine y obligó al bicampeón bajarse del coche para no volver en la vuelta siete. A perro flaco todo son pulgas, doble cero consecutivo para la armada española en la Fórmula 1, a quienes no se puede achacar nada en sus respectivos incidentes.

Siguió entonces una carrera que prometía, con diluvio matinal incluido, y fue más bien sosa hasta el ‘rush’ final. Salieron todos con neumáticos intermedios sobre un asfalto que se secó a ritmo vertiginoso. Verstappen defendió la pole bajo el semáforo y Checo hizo el resto del trabajo cuando adelantó, igual que Norris, a un Leclerc desorientado. Mal procedimiento de Ferrari, porque la salida de Sainz tampoco fue brillante, y eso obviando el choque con Ricciardo. A partir de ahí, el primer Red Bull se marchó en solitario hacia una victoria tan cómoda como insospechada el viernes, y Pérez se encargó de fabricar él solito el colchón que aliviaría el domingo de ‘Mad Max’. Mantuvo a raya a Leclerc, que veía cómo se escapaba el triunfo en casa con ritmo de sobra para luchar con el neerlandés. Da la sensación de que el mexicano hubiera batido a cualquiera en Ímola, pero le tocaron las labores de contención, y vaya si contuvo los intentos de Charles en Tamburello.

El primer tercio de carrera se completó con las gomas de lluvia, a partir de la vuelta 19 todo el pelotón calzó los ‘slicks’. El baile en el ‘pit-lane’ dejó escenas curiosas, como el ‘unsafe release’ de Ocon sobre Hamilton, sancionado. Sin coches de seguridad ni banderas rojas, las brechas de ritmo estiraron al grupo y el gran premio quedó prácticamente resuelto mucho antes de su ecuador. Apuntaba a victoria de Verstappen seguido de Pérez y Leclerc, pero el monegasco activó el “plan D” con su segundo cambio de ruedas, una ofensiva que no le hizo ningún bien. Los tres coches cambiaron a blandas para un ‘stint’ final rapidísimo, Charles presionó con todo a Checo y, en plena persecución, se tragó un piano que lo mandó directo al muro. Con todo, tuvo suerte: el Ferrari apenas se dañó y pudo regresar al garaje, cambiar el alerón y volver para remontar hasta el sexto. Pero hubiera sido un podio inteligente del líder, de sangre caliente, y el gran premio de casa ha resultado un Maracanazo para el mejor Ferrari de los últimos tiempos.

Al final, doblete de Red Bull con 34 puntos para Verstappen (el esprint, la carrera y también la vuelta rápida) delante de 60.000 tifosi, en plena efervescencia ‘Made in Italy’. Las bengalas rojas y la humareda tricolor que pintó el cielo gracias al Ejército del Aire, en presencia de Piero Ferrari o John Elkann, entre muchos ilustres, dieron alas al león holandés. Después de tumbar al mejor Hamilton durante la pasada temporada, desmontar a la Scuderia en casa pareció pan comido. Aunque el líder del Mundial, y holgadamente, sigue siendo Leclerc.

Y ya que sale el nombre del mejor piloto de la historia según la estadística, Sir Lewis quedó a la cola de un tren vulgar al que nunca debió pertenecer y doblado por su rival de hace solo cuatro meses. Fue 14º con el Mercedes mientras, su compañero, Russell, remontó hasta el quinto puesto con cierta solvencia. El podio que regaló Charles fue para Norris, brillante también con un McLaren que vuelve a ocupar las posiciones a las que acostumbró en los años recientes. El quinto de Bottas y el octavo de Vettel (con punto también para Stroll) contrastan con el desastroso fin de semana del siete veces campeón del mundo. Aunque al menos pudo competir, o participar. Otros, ni eso.

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