Alcaraz sube al trono de Nadal
Carlos Alcaraz (18) ya ha grabado su nombre entre los vencedores del tradicional Conde de Godó. Y lo ha hecho después de un torneo brillante en el que se ha ganado el corazón de los espectadores de Barcelona. El murciano es puro espectáculo, como demostró en el partido de cuartos de final ante Stéfanos Tsitsipas o en las semifinales ante Alex de Miñaur, cuando salvó dos bolas de partido y acabó con la rodilla de su oponente en la arcilla. En la final ante el asturiano Pablo Carreño se vio otro versión de Alcaraz (6-3 y 6-2), la más madura, la que le convirtió en el sucesor de Rafa Nadal… Al menos en el Barcelona Open Banc Sabadell. Alcaraz sube a su trono, y lo hace después de sobreponerse a rivales más duros, a la lluvia y a una presión que lleva en la mochila pero que canaliza en adrenalina. Alcaraz es pura pasión.
Ese pálpito le llevaba a templar los nervios en la final. Carreño (30 años, 19 del mundo) llegaba con más descanso. Su partido de semifinales ante el argentino Diego Schwartzman apenas había durado 1h y 39min, dos horas menos que el del murciano, que había estado contra las cuerdas, exigido al máximo ante el australiano De Miñaur. Pero se sobrepuso, se marchó de la pista a las 14:45, comió, descansó y apenas tres horas después ya encaminaba de nuevo a batirse en duelo con el asturiano. Un duelo inédito entre dos de los mejores tenistas españoles del circuito.
Hasta el 2-2, tanto Carreño como Alcaraz habían ganado con solvencia sus saques en el primer set. Con un buen primer servicio y golpes duros y profundos con ventaja, lograron forzar los errores de su rival. Lejos de arriesgar en cada golpe, Alcaraz bajó sus revoluciones y intentó economizar los golpes, buscando el revés de Carreño y perfilándose para golpear de derecha. Una estrategia que le funcionó para romper (3-2) y para mantener la ventaja hasta colocarse 5-3 gracias a un ace. Fuera del partido, Carreño regaló el noveno juego. Primera manga para Alcaraz.
<figure id="sumario_1|foto" onclick="javascript:ampliaFoto(this, '/tenis/imagenes/2022/04/24/mas_tenis/1650819550_930969_1650820102_sumario_grande.jpg', '976', '651', 'Pablo Carreño. / David Ramos’);return false;» class=»item-multimedia» readability=»-19.2″> Pablo Carreño. La historia se repitió en el segundo set. Carreño, un superviviente, no tiró la toalla, siguió buscándole algún bajón a un Alcaraz que no dudó. Con 3-2, nuevamente, el murciano fue capaz de romperle el saque y luego no falló con su saque. Apretó el puño, miró a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, y se colocó 5-2. Apenas se llevaba una hora de partido y el número 9 del mundo desde este lunes se disponía a restar para ganar el partido. «Alcaraz siempre da un extra en las finales, nunca se deja nada», dijo Ferrero. La final fue desigual. Alcaraz llevaba un 88% de puntos después de su primer servicio mientras que Carreño no había sido capaz de hacer un break. Ya entregado, sin sensaciones en la pista ante una roca, Alcaraz se puso 0-40. No fue necesario épica. En apenas una hora y cinco minutos la sonrisa del murciano, sus saltos de alegría y su abrazo de Ferrero fueron la última imagen del rey del Godó, del tenista que ha subido al trono de Nadal y que sigue dando pasos de gigantes hacia su primer Grand Slam. Ya acumula cuatro títulos: Masters 1000 de Miami, Masters 500 de Río de Janeiro y Barcelona, y el de Umag (Croacia).
David Ramos
De los saltos de alegría al abrazo con Ferrero
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