El Rayo vence en la tormenta

Desangelado por la lluvia, el horario, incluso la falta real de objetivos del Espanyol, que se cree salvado, a la tarde solo le faltaba la aparición del VAR, un actor más en los partidos de los pericos, para convertirlo en una tormenta perfecta en la que el gran beneficiado fue el Rayo Vallecano. Que sus méritos hizo. Un gol discutido de Sergi Guardiola que le sabe a gloria, que derriba una racha de 13 jornadas sin ganar (la peor de la historia) y que ahuyenta las llamas del infierno. Y que, de la noche a la mañana, sitúa a los de Iraola a dos puntos solo de los blanquiazules, cuya grada acabó pidiendo la marcha de Rufete, su director deportivo.

Siempre cae el VAR del lado de la mantequilla, lamenta el Espanyol. En la semana de Rubiales y Piqué, del surrealista espectáculo con el controvertido penalti que supuso la perica ante el Atlético con el tiempo cumplido, en el regreso de Mateu Lahoz tras dos semanas sin arbitrar en LaLiga por otra suspicacia en el Getafe-Mallorca, con González González en la sala VOR como sustituto de última hora del no menos polémico Cuadra Fernández, protagonista en el Sevilla-Real Madrid, volvió el videoarbitraje a perseguir a los de Vicente Moreno en una acción defensiva. En el gol de Guardiola, en segunda jugada y ayuda de Diego López, con un fuera de juego que podía ser milimétrico y que según el VAR rompía Puado. Lo que seguro quebró fue la paciencia del RCDE Stadium, que la tomó con Mateu. Con Rubiales. Y con la Federación.

Tampoco es que hubiera mostrado mucho el Espanyol hasta el 0-1, con Aleix en la banda y el retorno de Yangel Herrera, más allá de la conexión entre Pedrosa y Puado. Ni después, salvo un tiro cruzado de Raúl de Tomás. No más en cualquier caso de un Rayo que tuvo el segundo en un latigazo de Álvaro García que impactó en el palo diestro de Diego López. Totalmente perdido estuvo el conjunto de Vicente Moreno en una segunda mitad en la que no disparó a puerta, hasta el punto de que los cánticos contra Rubiales desembocaron en otros mucho más domésticos: Cornellà entonó el “Rufete, vete ya” y, en menor medida, “directiva, dimisión”.

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