El campeón enseña las garras

El Athletic se fue y dejó ahí al Cholo, desvencijado y solo, buscando en qué curva se perdió su Atleti. En la del tiempo, la enfermería o la decisión de traerle orfebrería a quien mejor fabrica botijos de barros. Los tiempos de la poesía en su horno pasaron. Se fueron, diluido todo su gesto de campeón, no fue hace tanto, como azucarillo en el agua. De aquello no queda nada. Sólo el barro, que ahoga. Y eso que João Félix quiso ponerle su nombre a la Supercopa nada más rodar el balón. Koke saca de centro, Lemar recibe y le busca. El portugués lo empala al fondo de la red de Unai Simón. Segundo ocho de esta semifinal. El linier levanta el banderín. No hay gol aunque sí. Anulado. «Por poco», gesticula el portugués. Un poco con muchos metros, revelaron las líneas de VAR. El Athletic respiró, que no había terminado de salir de la caseta y ya ponía tener el marcador como grillete al pie. El King Fahd daba frío. Semivacío, a pesar de las lonas en sus gradas para maquillar sus huecos. Pronto se contagió el fútbol. Esto también es LaLiga, parecieron gritarle Atleti y Athletic a Riad. Pero eso no era fútbol. Era vestigios, retazos, apenas nada. Insoportable, intragable, cada minuto tan largo como un embarazo. Y el calor de su gente tan lejos.

Y eso que salió verticalísimo el Atleti. Un Atleti de regreso al 5-3-2 con carrileros largos y Vrsaljko como central y no Felipe. João Félix repetía la jugada del segundo ocho al minuto dos. Tampoco. La pelota, esta vez, se le fue fuera. Murió el ímpetu rojiblanco después de que Lemar cayera en el área y el árbitro no quisiera ver penalti. Marcelino, pasado el susto inicial, ajustó su pizarra, basculó con precisión cirujana y tomó el control. Taponó por dentro. El césped seco, alto, se convirtió en un bosque en el que se perdieron los hombres del Cholo, lentos, incapaces de encontrar un claro por el que enviar balones a João y Correa. Y, mientras, en el área de Oblak pasaban cosas.

Iban todas alrededor de Sancet. Sus pies no juegan, sus pies sienten, intuyen. Los pases, los huecos, a los compañeros. Como encontró, con un pase bombeado, a Williams para el disparo franco. El portero desbarató con el guante duro. Minutos después estaba como Lemar, reclamando un penalti por pisotón de Kondogbia. Era claro, como lo había sido en el área contraria. El árbitro no vio y el VAR no quiso ver, las reglas nuevas. El partido se fue llenando de nudos hasta enredarse por completo. Se hizo un homenaje al bostezo. Más interesante era leerse los siete tomos de En busca del tiempo perdido de Proust, ver la hierba crecer, contar granos de arena en el desierto, ver el Cabo Verde-Burkina Faso de Copa de África.

Las áreas desaparecieron, los único ataques eran balones colgados al área que volaban como drones perdidos (para delanteros con la altura de Correa y João). Marcelino dependía de las conexiones Sancet, Williams, Muniain. Esas que todas barría Kondogbia con sus botas, en ese estadio con tanto asiento vacío, tan lejos, como el fútbol se hubiera contagiado del ambiente frío y desangelado en la grada de esta semifinal. De João Félix, por cierto, sin noticias después de aquel lejano minuto dos.

Llorente se quedó en la ducha tras el descanso. Lodi, al verde. Sin que Simeone cambiara el dibujo. Tampoco lo hacía el partido, el juego, instalado en su particular planicie lunar. Hubo que esperar al minuto 51′ para ver el primer retazo más allá de esos dos penaltis, aquel gol anulado a João, la parada de Oblak. De Paul ingresaba en el partido por un Kondogbia tocado. Un retazo que sólo se trataba de una velocidad más. Pero había tan poco, tanto miedo al error, como si el empate les valiera a los dos entrenadores, que no, que parecía un vendaval. O sólo el anticipo de la tormenta por venir. El petricor llenó el aire.

João Félix pidió los focos. Quería que las crónicas volvieran a escribir su nombre y no para hablar de los cambios. Lanzó Lemar un córner y João remató, forazo, en el segundo palo. Era un remate manso, fácil, al palo. Pero Unai Simón y Yeray tuya, mía, no se entendieron y el portero terminó colándose la pelota con la espalda. Un gol a la altura del partido hasta el momento. Un churro. Despertó también el Athletic, con ese olor a lluvia llenando sus fosas nasales, entre ese mar de asientos azules semivacíos. Respondió en el área contraria al minuto, con un disparo a bocajarro de Iñigo Martínez que embolsó Oblak como acostumbraba, con milagro, en la línea. Fue a la segunda que Marcelino empató. Cuestión de estadística, pensaría. A Oblak este año le meten un tiro de dos. Yeray, tras un córner. Saque, remate y gol. Se volcó el Athletica. Con iniciativa, fuerza y un refresco: Nico Williams, que entraba en el 70′ en un triple cambio. Dos zarpazos y ‘agur’ Cholo.

Marcelino daba las órdenes pensando en ese cincuenta por ciento. Las puertas hacia Oblak estaban abiertas. Los rojiblancos sin sangre, cobigados en su defensa de cristal. Porque Felipe no estaba pero sí Hermos. Tanto monta monta tanto. De su costilla salió. Si Oblak volvió a hacer un milagro para repeler un zurriagazo de Nico Williams, tras un córner, el siguiente disparo, también nacido de un córner, acabaría en su red. Las pastas, el café y el pasillo lo pondría Hermoso. Nico Williams recogía el rechace del córner en la frontal y, voilà, dentro. El código binario del Atleti otro días más estallado. Los córners en contra son ya como una vez lo eran a favor: casi un penalti.

Simeone se lamentaba en la banda, superado, arrollado por el partido, otro día más esta extraña temporada, Luis Suárez era un ente extraño allá, en el área de Unai Simon, sin que le llegara un balón en condiciones por el que luchar, rematar. Un Atleti que se despidió de Riad y de esa Supercopa en la que hace dos años emocionó con una patada a destiempo de Giménez, a la cabeza de Iñigo Martínez, que le costó la roja cuando el VAR llamó al árbitro, que sólo había sacado amarilla. Hasta arriba de barro, ahogado. Mientras, los rojiblancos que vestían de verde pistacho todo hablaba de puños al aire, de gesta, de un campeón con ganas de más.

Cambios

Renan Augusto (45′, Marcos Llorente), De Paul (50′, Kondogbia), Raúl García (69′, O. Sancet), Vesga (69′, Oier Zarraga), Nico Williams (69′, Berenguer), Luis Suárez (70′, Correa), Yuri (74′, Balenziaga), Héctor Herrera (83′, Koke), Matheus Cunha (84′, Lemar)

Goles

1-0, 61′: Unai Simón, 1-1, 76′: Yeray, 1-2, 80′: Nico Williams

Tarjetas

Arbitro: Guillermo Cuadra Fernández
Arbitro VAR: Xavier Estrada Fernández
Íñigo Martínez (82′,Amarilla) Vesga (89′,Amarilla) Williams (90′,Amarilla) Vrsaljko (90′,Amarilla) Giménez (93′,Roja

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