El podio más dulce de Sainz

Adelantó en la salida, lideró la carrera, se sumió en una espiral de degradación que arruinó todas sus opciones de hacer algo decente en el GP de Rusia, pero Carlos Sainz nunca se rinde, nunca se desenchufa. «Aspiras al quinto puesto», le dijo su ingeniero, Ricky Adami. «Venga hombre, ¿solo?», respondió al muro por radio. «Tened preparados los neumáticos, lisos o intermedios», avisó cuando en el último tercio de la carrera las nubes amenazantes del mar Negro cubrían el circuito de Sochi. Se puso a jarrear, en Ferrari estuvieron listos y Sainz rescató un podio que sabe mejor que los otros, porque delante de él sólo está la realeza: Lewis Hamilton, amo y señor de Rusia, y Max Verstappen, en una remontada increíble desde el fondo de la parrilla que pintaba fatal y que salva a lo grande, aunque ceda el liderato. Todo con una nota amarga: Norris mandó casi de cabo a rabo y acabó desahuciado, viendo el podio por la tele.

La mejor salida de Sainz

Se apagaron los semáforos a las 15:05, hora local en Adler. Lando defendía la pole, Carlos arrancó firme, le encerró Russell, se emparejaron Ricciardo y Hamilton. Podía pasar cualquier cosa, pero Sainz frenó más tarde que nadie, bloqueó al límite en la curva dos, y agarró fuerte el liderato delante del McLaren. Fue bonito, mientras duró. Porque en ocho vueltas sus neumáticos se vinieron abajo, quedó en evidencia la superioridad del coche de Woking. Hasta Russell, que iba formando un tren por detrás, era más rápdo que el SF21. Sainz debió parar demasiado pronto, en la vuelta 15, y así decía adiós a la lucha por el podio. Eso parecía.

Delante, Norris se escapaba y Hamilton dejaba madurar el domingo de persecución. El campeón salvó el obstáculo de Ricciardo (con una pésima parada en boxes) y tiró. Tiró y tiró, hasta que se estancó a una distancia ligeramente superior al segundo. No podía con Norris, el McLaren en las rectas se mostraba intratable y Lewis nunca se situó a una distancia para abrir el DRS.

Caótico diluvio a cinco vueltas del final

Pero se puso a llover, a cinco vueltas del final. Primero fueron unas gotas leves que invitaban a aguantar, porque un cambio de ruedas conlleva unos 30 segundos de pérdida. Pero la tormenta arreciaba, indudablemente, al menos para casi todos. Lando decidió quedarse fuera mientaras desde el garaje le recomendaban lo contrario, no quería desperdiciar su enorme renta sobre el pelotón. Hamilton paró en la vuelta 49 y, como si se tratara de un ente capaz de dominar también la meteorología, las nubes se cebaron con Sochi y el aguacero lo cambió todo.

Norris se deslizaba entonces como un pato mareado con unas ruedas inservibles sobre el asfalto inundado. Perdió el control varias veces, le empezaron a adelantar los rivales y se acabó lo que se daba. Era su día, pero no supo leer las condiciones de la pista antes de que fuera imposible corregir. Con 21 años y una pole, la victoria llegará. Pero la experiencia ganó a la juventud: Sir Lewis hizo su trabajo y cruzó la meta con casi un minuto de ventaja sobre el segundo clasificado para lograr el 100º triunfo de su carrera en la Fórmula 1. Una cifra a la altura del genio.

Detrás, entre los trenes de tráfico y la variedad estratégica, Verstappen y Sainz pescaron en río revuelto. El neerlandés sufría, tuvo problemas de baterías y de neumáticos y apuntaba a un sexto o séptimo puesto poco provechoso para sus intereses en el campeonato, pero cambió a la rueda verde cuando había que hacerlo y de repente se encontró segundo, adelantando flotadores en la piscina de Sochi. Lo mismo le sucedió a Carlos, que peleaba el tercero sin goma en las ruedas (dio 34 vueltas con el duro) y, al ponerse las botas de agua, pudo recuperar lo que era suyo. Son ya cinco podios en la F1, tres en 2021, pero este sabe mejor: está junto a los mejores.

Alonso, sexto, mereció más

La carrera de Alonso, sexto en meta, estuvo a la altura de su temporada. Adelantó en la salida surfeando sobre los límites de pista que tantas veces habían jugado en su contra. Del sexto al cuarto. Perdió posiciones porque escogió el Pirelli duro de inicio, pero su ritmo le mantuvo entre los mejores. Cuando se torció la meteorología, con agua en la pista pero no tanta como para cambiar neumáticos, estaba entre los más rápidos y llegó a adelantar a Verstappen, Ricciardo, Checo o el propio Carlos, para situarse tercero en la penúltima vuelta. Pero retrasaron demasiado el paso a gomas de agua y la parada le envió a la sexta plaza, que está igualmente entre los mejores resultados del año para Alpine. Pérez, en idéntica estrategia a la del asturiano, fue noveno

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