Por todo lo alto

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EI audaz volantazo de José Bordalás trae, al fin, un Valencia-Madrid por todo lo alto (sigue el partido en directo en As.com). A falta de dinero, el club de Mestalla ha comprado un método, a veces mal entendido, que aquí resulta. Como resultó Marcelino en su día. Los mismos jugadores y otro equipo que, al comienzo de la jornada, era segundo en la clasificación y en la tabla de goles, después de firmar el mejor arranque en los últimos siete años. De Nuno Espíritu Santo era la anterior racha inicial y el equipo acabó en Champions.

El Valencia es el cuarto conjunto español en participaciones europeas (49), pero ha faltado a esa cita seis veces en este siglo, cuatro con Peter Lim en la propiedad. El curso pasado acabó decimotercero, el peor puesto desde la campaña en que regresó a Primera (87-88). Con una plantilla descapitalizada y con un club limitadísimo en el mercado, Bordalás aceptó el reto. Los datos dicen que ha traído al Valencia a su terreno y no al revés. Ha metido tres goles a balón parado y no ha encajado ninguno. Con dos puntos menos de posesión marca un gol más por partido. En el ránking de recuperaciones ha pasado del decimoséptimo al sexto lugar y, para dar rienda suelta a la leyenda, ya es el equipo más faltas hace (más de 17 por partido) cuando en la campaña precedente tenía quince equipos por delante: «Yo no mando a mis jugadores a hacer faltas ni les ordeno que no tengan el balón, pero también digo que no hay una única forma de jugar al fútbol», se justifica el técnico.

Doble vigilancia para Vinicius

Ese punto de agresividad y el crecimiento de dos jugadores, Carlos Soler y Guedes, han disparado al equipo. El portugués lleva ya dos goles, cuando en todo el año pasado hizo siete, y vuelve a ser el futbolista por el que el Valencia pagó 40 millones al PSG. El valenciano se mantiene como máximo goleador del equipo y máximo aspirante a nuevo murciélago. Los fichajes, modestos, ocupan de momento un papel secundario excepto en los casos del sorprendente meta georgiano Mamardashvili y del central uruguayo Alderete.

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Bordalás y Guedes, durante un entrenamiento del Valencia.
ALBERTO IRANZO

Ese es otro de los rasgos que distinguen a Bordalás: la estabilidad en las alineaciones. Ha repetido tres veces el mismo once y sólo cambió en el segundo partido por la ausencia de Guillamón, expulsado ante el Getafe en el estreno. El canterano ha mutado en mediocentro, como pareja de Wass. Hoy se verá obligado a otro cambio por la baja de Cheryshev, lesionado en Pamplona. Le relevará Foulquier, lo que doblará la vigilancia sobre Vinicius.

En el Madrid los ojos están puestos en Hazard. Después de trece lesiones y superar el coronavirus, pasó un verano feliz, la Eurocopa le rehabilitó parcialmente y llegó, según todos los indicadores, en perfecto estado de revista, pero sigue sin cuajar. Después de los dos primeros partidos, Vinicius le pasó a velocidad supersónica. La lesión de Bale le reabrió la puerta, pero ante el Inter, el duelo clave de esta primera fase de la Champions, se conformó con calentar. Mestalla dirá lo que le espera. En el mejor de los casos, si está en el once, se entenderá que Ancelotti no le ve aún para esfuerzos continuados. En el peor, que empieza a quedar fuera de circulación ante nuevas amenazas: Lucas Vázquez y Rodrygo. El dato sobre el belga estremece: sólo ha jugado dos partidos completos de los últimos 50 y uno de ellos fue con su selección, donde Roberto Martínez le mira con mejores ojos (jugó los últimos tres partidos de la ventana FIFA, dos como titular, e hizo un gol).

Un estadio antipático para el Madrid

Antes del duelo de San Siro sugirió Ancelotti el descanso de Modric, pero su relevancia en el equipo hace difícil encontrar el momento de quitarle. En cualquier caso, en primera fila anda ya Camavinga, que ha tenido un estreno de miel con un gol y una asistencia en dos ratitos. También empieza a dejar atrás a algunos veteranos. Marcelo, Bale, Kroos, Ceballos y Mendy siguen fuera.

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Militao y Vinicius, en el entrenamiento de este sábado.
Realmadrid.com

El Madrid, en cualquier caso, debe saber dónde se mete. De sus últimas siete visitas ligueras a Mestalla sólo ha ganado en una. El año pasado encajó un doloroso 4-1, tras ver cómo le señalaban tres penaltis en contra (hecho sin precedentes), cómo Varane se hacía un autogol y cómo se lesionaban Benzema y Valverde. Entonces fue sin público y hoy tendrá enfrente a 29.000 hinchas del Valencia si la afición responde como el club espera. Sin embargo, también hay números rojos en la cuenta local: Bordalás no le ha ganado al Madrid en los ocho partidos en que se enfrentó a él y en los seis últimos su Getafe ni siquiera marcó. Esa barrera de su mal fario ante los grandes aún está por derribar.

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