El clan Duterte mantiene en vilo a Filipinas ante las elecciones de 2022

Bangkok, 3 sep (EFE).- El polémico presidente filipino, Rodrigo Duterte, y su hija Sara mantienen en vilo a Filipinas sobre su decisión de ir juntos o no a las elecciones de mayo de 2022, aunque los analistas locales apuntan a que habrá algún tipo de acuerdo entre ambos y las encuestas los dan ya como favoritos.

La legislación filipina no permite a los presidentes presentarse a la reelección, por lo que Duterte ha anunciado que se postulará a vicepresidente, mientras que su hija Sara, alcaldesa de Davao, aún no ha anunciado si se presentará como candidata a presidenta.

«Nada es seguro. Pero se puede prever que haya algún tipo de acuerdo entre Sara Duterte y Rodrigo Duterte si ambos se postulan al máximo órgano de poder», indicó a Efe el profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Filipinas, Enrico Gloria.

El experto precisó que Sara Duterte es conocida por «tener su propia agenda política independiente de su padre, pero no tan diferente que vaya en contra del espíritu de las prioridades de su padre».

POSIBLES DEMANDAS CONTRA DUTERTE

Gloria también opina que Rodrigo Duterte buscará algún tipo de protección ante posibles demandas por su guerra contra las drogas, aunque la vicepresidencia no le otorga la inmunidad que sí tiene como jefe del Estado.

«Yo diría que ser vicepresidente le daría cierta inmunidad especial si un candidato cercano (por ejemplo, Sara Duterte) gana la presidencia (…)», señaló Enrico en un correo electrónico.

El experto opinó que Duterte como vicepresidente, y junto a un presidente aliado, podría aumentar su control sobre las instituciones del país y perjudicaría la capacidad de cualquier movimiento de oposición.

«Me presentaré candidato a vicepresidente. Estoy preocupado por las drogas, los insurgentes. Bueno, primero los insurgentes, luego el crimen, las drogas», aseveró Duterte la semana pasada al confirmar su candidatura bajo su formación, el Partido Democrático Filipino-Poder del Pueblo (PDP LABAN).

Desde Davao, el feudo sureño de los Duterte, Sara no termina de anunciar su candidatura, aunque ya parten como favoritos en los sondeos de opinión.

Según una encuesta de Pulse Asia Research del pasado julio, Sara sería la candidata presidencial favorita, con el 28 por ciento del apoyo de los encuestados, mientras que su padre era el potencial vicepresidente más apoyado, con un 18 por ciento.

GUERRA CONTRA LAS DROGAS

Acérrimo defensor de la ley y el orden, Duterte se ha granjeado las críticas de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y ONG como Human Rights Watch por su sangrienta guerra contra las drogas.

El pasado 14 de junio, la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya pidió autorización judicial para investigar supuestos crímenes contra la humanidad cometidos durante esta campaña que inició Duterte tras convertirse en presidente en 2016.

La Fiscalía del CPI habla de entre 12.000 y 30.000 civiles ejecutados extrajudicialmente entre julio de 2016 y marzo de 2019.

Duterte, de 76 años, se ha distinguido por sus exabruptos verbales contra sus contrincantes o quien se atreviera a criticarlo, incluidos personalidades como el expresidente estadounidense Barack Obama o el papa Francisco, a los que llamó «hijo de puta».

También ha mantenido una cruzada legal y administrativa contra los medios críticos, incluidos el portal Rappler y el canal televisivo ABS-CBN.

BELIGERANTE Y POPULAR

Duterte también se ha mostrado beligerante con las guerrillas comunistas y musulmanas en el país, aunque en las operaciones contrainsurgentes mueren en ocasiones activistas que no tienen nada que ver con la lucha armada, según denuncian las ONG de derechos humanos locales.

No obstante, el presidente ha mantenido una popularidad indiscutible entre los filipinos, incluso tras la irregular gestión ante la pandemia, que ha dejado más de 2 millones de contagios y 33.600 muertos en medio de grandes carencias en el sistema sanitario del país.

En política exterior, Duterte se ha mostrado crítico con Estados Unidos, aunque sin llegar a cortar los lazos económicos y militares, y cercano a China, a pesar de la militarización de Pekín en aguas e islas del mar de China Meridional que, según las leyes internacionales, pertenecen a Filipinas.

Desde hace años se viene especulando sobre la mala salud de Duterte por sus ausencias injustificadas y su comportamiento errático en algunas ruedas de prensa, pero su oficina insiste en que el presidente está sano y él se defiende con su típico estilo desafiante.

«Si queréis que me muera antes, tenéis que rezar con más energía. Lo que queréis es que me vaya. Queréis que me vaya y estáis rezando para que ocurra», dijo en una comparecencia televisiva el pasado abril.

Gaspar Ruiz-Canela

(c) Agencia EFE

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