Qatar queda un poquito más lejos y esa no es buena señal. Todo lo contrario. España aterrizó en Solna con la etiqueta de que nunca había ganado en Suecia y con esa misma etiqueta regresa a Las Rozas, su cuartel general, donde las urgencias convierten los próximos duelos con Georgia y Kosovo en un salto sin red. La clasificación directa al Mundial 2022 se ha complicado seriamente. Hay que ganar o ganar. No se me ocurre mejor examen para saber de qué pasta esta hecha esta Selección.

El fútbol es caprichoso y juega con nosotros como le da la gana. Hace dos meses y medio, Robin Olsen fue un muro en La Cartuja en aquel 0-0 con el que La Roja se estrenó en la Eurocopa. Pues bien, en Solna bastaron cuatro minutos para ver cómo el meta sueco tenía que caminar hasta el fondo de la red para recoger el balón. Un primor de gol obra de Carlos Soler, que debutaba en la absoluta con la difícil misión de cubrir la baja de Pedri, quien a sus 18 años se ha convertido en ingrediente indiscutible de la absoluta. Taconazo de Morata, apertura de Busquets a Jordi Alba, cuyo centro templado fue rematado a gol de excelente derechazo por el centrocampista del Valencia. Lástima que Suecia no tardara ni un minuto en responder con dinamita. Saque en largo de Olsen, un par de toques y un rechace y disparo de Isak desde la frontal del área ante el que poco pudo hacer Unai Simón.

Fue la mejor manera de mover la coctelera de un partido que nacía con la duda de saber si la Suecia de Solna sería la misma que se sentó a esperar en el partido disputado en Sevilla. Pero esta Suecia hablaba un idioma distinto. Desde el arranque quedó claro que la presión de Ekdal y Olsson en el medio campo era otra y que Kulusevski, ausente en el torneo continental, se erigía en el mejor socio en ataque del realista Isak. Veintiún años cada uno, un cheque al portador para el discutido Janne Andersson.

Tras los goles, Forsberg reivindicó ese aire más ofensivo en el 19′, en una cabalgada con bicicleta incluida que finalmente abortó Azpilicueta. Los nórdicos trataban de sacar el balón jugado, pero si no podían hacerlo no tenían ningún reparo en apostar por balones en largo cuya segunda jugada abría las puertas a los dos puntas. ¿Y el antídoto español a ese empuje sueco? El de siempre, el de la paciencia para tocar y tocar hasta encontrar la grieta. Ferran Torres era el colmillo más incisivo. El del City se movía en su hábitat natural, la banda derecha, con Morata en el eje central del ataque y Gerard descolgado hacia la izquierda. En el minuto 33, dos caídas y dos repeticiones para saber qué nos habíamos perdido. El posible penalti a Ferran por agarrón conjunto de Krafth y Claesson se saldó con un «jueguen, jueguen» del británico Anthony Taylor. El codazo del Kulusevski a Laporte deparó una amarilla para el de la Juventus y otra posterior para Jordi Alba por meterse a tertuliano cuando no correspondía.
Eso sí, el enfado le duró un suspiro a Kulusevski, pues acto seguido recibió un balón cuyo disparo cruzado no acabó en gol por la excelente intervención de Unai (36′). Ese rechace del meta del Athletic era aire para alcanzar el descanso, pues La Roja se había desdibujado. Y ese descanso llegó con la tarea para Luis Enrique de recuperar lo que con el paso de los minutos se nos había quedado por el camino.

España triplicaba a Suecia en pases (400 por 136) y la duplicaba en posesión (68% por 32%), pero esos números no se traducían en verdadero peligro. El seleccionador interpretó que no era cuestión de hacer cambios, sino de refrescar conceptos, así que los once de la reanudación fueron los mismos que habían iniciado el partido. Eso sí, con la insistencia de ese cambio de bandas que situaba a Gerard en la derecha y a Ferran en la izquierda.

España volvió del vestuario con mejor cara y una velocidad más en las triangulaciones que debían abrir la lata. En esas estábamos cuando Kulusevski demostró el talento que lleva dentro. Superó con un giro de cintura a Azpilicueta y su centro cayó en la bota derecha de Claesson, que remató junto al primer palo. El 2-1 nos ponía contra las cuerdas no solo en el partido sino en la clasificación para el Mundial. Más de media hora por delante para encauzar unas eliminatorias que nacieron torcidas con el empate en casa con Grecia.

Luis Enrique apostó por el vértigo y no hay mayor vértigo en esta selección que Adama Traoré. A los cuatro minutos ya disfrutó de su primera ocasión, pero su remate lo despejó Olsen. El seleccionador se decantó poco después por Sarabia en lugar de Morata y por Llorente como relevo de Koke. España se fue arriba y salvó más de un match-ball, sobre todo en una carrera de Isak que, cuando se disponía a fusilar a Unai, frustró Laporte despejando a córner. De nada sirvieron las entradas in extremis de Brais o Rodri. La victoria se había esfumado, también el empate. Suecia cantaba en la grada el liderato de grupo que deja a España contra las cuerdas. El domingo aguarda Georgia. Hay que levantarse de la lona ya, no queda otra.

Cambios

Adama Traoré (63′, Gerard Moreno), Jens Cajuste (68′, Ekdal), Sarabia (74′, Morata), Marcos Llorente (74′, Koke), Isaac Kiese (84′, Isak), Rodrigo (84′, Busquets), Quaison (84′, Dejan Kulusevski), Brais (84′, Carlos Soler), Mathas Svanberg (93′, Forsberg)

Goles

0-1, 3′: Carlos Soler, 1-1, 5′: Isak, 2-1, 56′: Claesson

Tarjetas

Dejan Kulusevski (33′,Amarilla) Alba (34′,Amarilla) Busquets (39′,Amarilla) Krafth (51′,Amarilla

Clasificación

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