Extraño inicio de Djokovic ante un acalambrado Rune
Novak Djokovic tuvo un arranque raro en el US Open, en medio de un ambiente ensordecedor en la Arthur Ashe que en ocasiones le molestó y ante un rival de 18 años, 145º del mundo y de largo nombre, Holger Vitus Nodskov Rune, que le ganó el segundo set y después, agotado y echo un manojo de nervios, no pudo hacer frente físicamente al reto de intentar ganar al número uno del mundo. El serbio impuso su categoría para vencer a este chico con potencial y extramotivado que se retorció entre calambres, pero acabó el partido de pie, sobre la pista, hasta ceder por 6-1, 6-7 (5), 6-2 y 6-1 en 2:15. Nole, que dio algunas malas señalas en esa segunda manga (varias dobles faltas y desidia a la hora de ir a por una dejada), se enfrentará en segunda ronda a una perita en dulce, al menos sobre el papel, Tallon Griekspoor, por mucho que el neerlandés de 25 años y 121º del mundo ganará este martes a alguien del nivel del alemán Jan-Lennard Struff.
Quizá sólo sea que Djokovic necesita rodaje, tras las vacaciones que se concedió después de caer en semifinales y en el partido por el bronce de los Juegos de Tokio. No haber jugado ni en Toronto ni en Cincinnati le ha restado ritmo y nada mejor que unos primeros días suaves para cogerlo. Aunque el caso es que encontró en Rune más resistencia de la que esperaba y, sobre todo, un entusiasmo irritante para un jugador con el genio del balcánico. El muchacho se animaba constantemente, sacaba el puño y gritaba incluso después de perder por 6-1 en el primer parcial. Algo que desconcertó a un Djokovic que bajó su rendimiento hasta el punto de no ser capaz de imponerse en un desempate, de esos que gana nueve de cada diez.
Sea como sea, el número uno es el gran favorito para alzarse con el título, el 21º de Grand Slam con el que sería el sexto tenista en toda la historia que ganase los cuatro en un mismo curso. Para ello tendrá que mejorar cuando lleguen las primeras curvas. Mientras, recuperará poco a poco sensaciones armado de la experiencia que le da su impresionante carrera y ese esprint con el que se está merendando a sus eternos rivales, que no tienen más remedio que ver lo que ocurre desde sus casas. A Rune, que se había entrenado en alguna ocasión con el de Belgrado, le quedó también el consuelo de salir ovacionado por su ídolo y por el bullicioso público de la central del US Open, que no es poco. Y al abrigo de Patrick Moratoglou, tiene futuro.
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