Mujer serbia afronta las heridas abiertas de la guerra al retornar a Kosovo

Cuando Dragica Gasic intentó hacer compras en una tienda local, el dueño albanés le impidió entrar. ¿El motivo? Ser la primera y única serbia en retornar a Gjakova, un pueblo de Kosovo que aún sufre las heridas que dejó un sangriento conflicto que envenena las relaciones interétnicas.

Hace más de 20 años, Gasic y sus dos hijos pequeños huyeron de Kosovo junto a decenas de miles de serbios tras el violento conflicto entre las fuerzas serbias y combatientes independentistas de origen albanés.

Cuando se silenciaron los cañones, unos 13.000 serbios regresaron gradualmente a sus hogares ancestrales en varios enclaves, pero ninguno volvió a Gjakova –o Djakovica, como le dicen los serbios a esta localidad suroccidental.

Eso cambió en junio cuando Gasic, de 59 años, quien trabajó como conserje durante su exilio en Serbia, decidió regresar a casa.

«Toda mi vida pensé y soñé con mi apartamento y con volver a Gjakova. Aquí nacieron mis dos hijos, pasé aquí los mejores años de mi vida», contó Gasic a AFP sentada en un apartamento vacío, donde una caja de cartón sirve de mesa temporal.

«Aquí fui feliz, viviendo junto a mis vecinos y colegas albanesess. Luego vino la guerra y trastocó todo», recordó.

Su regreso causó un alboroto en la localidad.

Gjakova aún siente las heridas que dejó la guerra de finales de los años 1990. La ciudad de 40.000 personas fue arrasada por las fuerzas serbias y sufrió «la violencia más intensa cometida contra civiles en todas las ciudades de Kosovo», según Human Rights Watch (HRW).

Unos 1.500 pobladores locales murieron, cerca de 12% del total de víctimas del conflicto en Kosovo. Alrededor de 200 de sus habitantes aún se consideran desaparecidos.

Las atrocidades incluyen la masacre de 20 personas en una sola casa, con edades entre dos y 73 años, según HRW.

Los sobrevivientes dicen que miembros de la comunidad serbia local ayudaron a las fuerzas serbias a realizar la matanza.

Kosovo, con una mayoría étnica de albaneses, declaró unilateralmente su independencia de Serbia en 2008, una acción no reconocida por Belgrado y sus aliados China y Rusia. Unos 100 países reconocen la independencia de Kosovo.

– Hostilidad constante –

Gasic se enfrenta a la hostilidad constante de sus vecinos, que la insultan en la calle, tiran piedras a su balcón y golpean su puerta sin cesar, contó ella.

Desconocidos entraron a su casa y robaron su comida y medicamentos para diabetes. La policía, que ahora protege su casa, detuvo a un sospechoso.

Reporteros de AFP presenciaron el incidente de la tienda, cuando el dueño le prohibió ingresar.

«Los clientes me comenzaron a boicotear por su culpa», reclamó el hombre a Gasic.

Los vecinos dejaron claro que no quieren que Gasic viva allí.

«Cada serbio que regresa es un criminal porque cada uno cometió crímenes», declaró a AFP Avni Ajdini, de 46 años, guarda de seguridad de un banco.

«Sus manos también están sucias», aseguró Ferdonije Qerkezi, de 68, cuyo esposo y cuatro hijos murieron a manos de las fuerzas serbias.

Ella y otros aseguran que Gasic «trabajó para el ministerio del Interior».

Pero Gasic sostiene que solo trabajó en la limpieza de la estación policial local.

«Yo sé que no le hice daño a nadie», aseguró.

«Entiendo por qué no quieren verme, ¡soy serbia! (…) La guerra llenó a todos de ira y creó caos», reconoció.

ONGs locales surgidas tras el conflicto han exigido a las autoridades «expulsar» a Gasic de la localidad

«Gjakova no estará lista para acoger de vuelta a los serbios hasta que los últimos restos de nuestros seres queridos nos sean sean devueltos», dijeron 11 ONGs en un comunicado conjunto.

– Ningún serbio inocente –

Nusrete Kumnova, integrante de una asociación local de familiares de desaparecidos, dijo que los serbios no deben regresar porque «las heridas aún están abiertas».

«No hay serbios inocentes», declaró Kumnova a AFP mientras observaba la foto de su hijo Albion, uno de los desaparecidos.

El alcalde de Gjakova, Ardian Gjini, ha intentado minimizar las tensiones, al acercarse las elecciones municipales.

Dijo a la prensa local que «no hay necesidad de politizarlo al extremo».

Aún así, la alcaldía recurrió a la justicia para desalojar a Gasic por falta de pago del alquiler desde 1997.

Belgrado calificó el comportamiento de las autoridades locales como una «persecución sistemática».

El reconocido abogado Arianit Koci, una de las pocas figuras de Kosovo que ha apoyado a Gasic, admitió que nadie puede cuestionar los «monstruosos» crímenes de las fuerzas serbias, pero dijo que «la mujer serbia no debe ser expulsada».

«Ella no es una amenaza para nadie», escribió Koci en Facebook.

Gasic dice que no pretende irse.

«No volveré a Serbia, esto es mío, no se lo quité a nadie», sostuvo. «Solo muerta me podrán expulsar».

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