Alonso sujeta a Hamilton y Ocon lleva a la gloria a Alpine

Fue bonito, aunque no acabó como algunos querían. Se soñó con el podio, se pudo ganar tras el inicio de gran premio más loco que se ha vivido en mucho tiempo en la Fórmula 1. La presencia de la lluvia y una carambola propiciada por Bottas agitó el orden establecido, eliminó a varios favoritos y resucitó a algunos desahuciados. Sainz fue tercero a última hora porque Vettel, segundo, fue descalificado. Y Alonso cuarto, justo tras él, en la gran fiesta de su compañero, Don Esteban Ocon. El francés ganó ayer su primera carrera con Alpine, como hizo el asturiano en este mismo circuito hace 18 años. Triunfo épico, aguantando la persecución de Seb durante la totalidad de la prueba. Un impulso para seguir aspirando al primer puesto en el futuro, aunque un chasco que el vencedor no tenga acento español el día que los trofeos estaban de rebajas.

Por partes: la salida fue en mojado, todos con ruedas intermedias. Hamilton defendía la pole seguido de Bottas y Verstappen, y el finlandés arrancó fatal. Max ya le había pasado bajo los semáforos, luego hizo lo propio Norris. Cuando llegaron a la frenada, un Valtteri engorilado arrolló a Lando, Verstappen y Checo. El Mercedes eliminaba al entonces líder del Mundial, que siguió en la pista con daños irreparables. Mientras, Stroll empujaba a Leclerc y Ricciardo. De esa guisa, en la tercera curva se plantó Hamilton primero seguido de Ocon, Vettel y Sainz, que había partido 15º. ¡Once posiciones en tres curvas!

Dirección de carrera sacó la bandera roja para limpiar el estropicio. Todos al ‘pit-lane’ y nueva salida unos minutos más tarde. Hacía un sol radiante, quemaba, la pista se secaba por segundos, pero había que salir con neumáticos de lluvia. Tras la vuelta de formación, catorce coches de quince se dirigieron al garaje para cambiar las gomas y montar las de seco. Sólo uno siguió con el plan previsto, Hamilton, que empezó solo en una parrilla esperpéntica con la rueda verde. Cuando las sustituyó, ya una vuelta más tarde, le habían adelantado todos.

Una defensa épica de Alonso

El cruce en la calle de garajes hizo perder a Sainz dos posiciones que pagaría muy caras, se colaron Latifi y Tsunoda. Tiró y tiró, pero no se puede adelantar en Hungaroring. Se escaparon Ocon y Vettel, los que se jugarían después la victoria mientras el lentísimo Williams taponaba a los demás. Cuando pararon todos, Sainz contradijo a sus ingenieros: “Tengo muchísimo ritmo, dejadme fuera”. Sabia decisión, pasó al Alpha Tauri y Williams por ‘overcut’.

Alonso hizo lo mismo, tiró y superó por la calle de boxes al tren lento. Pero Hamilton remontaba a lo grande, hizo una parada extra y tenía ruedas frescas. Lewis cazó a Fernando en la vuelta 55 y comenzó entonces un recital de defensa y ataque que pasará a la historia de la F1. Acciones épicas, arriesgadísimas, el asturiano aguantó al campeón y dio alas a Ocon. Pegados en la zona de DRS, serpenteando, tocándose. Una delicia presenciar el duelo que la diferencia de monoplazas ha impedido en tantas otras ocasiones. Al asturiano le designaron piloto del día. Pero al final, ganó Goliath: Hamilton tardó diez vueltas, pero dio caza al Alpine.

Lo tenía más difícil Carlos, porque su ritmo en ese momento era sensiblemente inferior, no tenía ruedas y debía ahorrar combustible. Al final el Mercedes pasó a Sainz en la recta, ayudado por el doblado Ricciardo, a tres vueltas para la bandera a cuadros. Se esfumaba el podio, parecía, aunque la descalificación final de Vettel se lo devolvió a última hora de la noche. También vale.

El día de Ocon

Y la ganó Ocon, sujetando por detrás a todo un tetracampeón del mundo con un Aston Martin más rápido. Apenas tuvo dos acometidas serias, una tras el cambio de neumáticos que adelantó Seb, y otra conforme se acercó el tren de doblados. Pero el francés está llamado a grandes cosas en el futuro y todos en su equipo lo saben. También Alonso, que corrió a abrazarle en el parque cerrado. En sus manos estuvo contener a la leyenda unas pocas vueltas, porque Hamilton terminó a 2.7 segundos del vencedor, a menos de uno de Vettel, y con un par de vueltas más los habría cazado. En las manos de Esteban, esta vez, estaba la gloria reservada a los vencedores.

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